En la última década, la notable cantidad de personas migrantes provenientes del centro y sur de América han estado enfrentando desafíos sin precedentes para su integración económica y social en las comunidades mexicanas receptoras.

Al respecto, la herramienta El papel de México en la migración del centro y sur de América, desarrollada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de la Valle México (COPlab), realizó la encuesta Perspectivas sobre las personas migrantes, su trayectoria, estatus legal y estancia en el territorio mexicano.

Con Estadísticas Migratorias por la Secretaría de Gobernación (SEGOB), la herramienta ilustra el número y país de origen de personas migrantes detenidas por las autoridades migratorias mexicanas en los últimos nueve años, aproximándose a los cambios en los flujos de migración regionales.

El mapa por entidad esboza que la ruta migrante ha tendido a concentrarse por el flanco oriental del territorio mexicano. Aunque de 2014 a 2023, en casi todos los estados el número de personas migrantes presentadas aumentó; el crecimiento más drástico se encuentra en Chiapas que pasó de registrar 51 mil casos en 2014 a 129 mil en 2023, mientras que en Tabasco pasó de 14 mil a 270 mil respectivamente.

El estado de Veracruz adquiere mayor notoriedad, lo que podría indicar que se ha consolidado como el espacio de tránsito más frecuentado, lo mismo que Puebla, Tlaxcala y Ciudad de México. En contraste, los estados que registran descensos en este periodo se encuentran con mayor cercanía al flanco del Pacífico: Oaxaca (4,082), Sinaloa (-924), Querétaro (-274) y Morelos (-190).

Finalmente, los estados de la frontera norte registran importantes aumentos: Sonora (22,276), Coahuila (17,474), Baja California (15,903), Chihuahua (7,867) y Nuevo León (7,807), y destaca que Tamaulipas registra un descenso de 274 casos.

Destaca, por ejemplo, que en 2014 las cifras con mayor número de casos se concentraban en la región centroamericana, encabezada por Guatemala (47,794), Honduras (47,521) y El Salvador (23,131); para 2015 esta tendencia no solo se mantuvo, sino que se exacerbó, con aumentos del 75 por ciento en Guatemala, 53 por ciento en El Salvador y 24 por ciento en Honduras.

Durante 2016 y 2017 estas cifras disminuyen, probablemente asociado a las estrictas políticas migratorias del expresidente Donald Trump, pero volvieron a incrementar durante 2018 y 2019.

Con esta visualización es posible afirmar que 2020 representa un punto de quiebre en las tendencias migratorias de Latinoamérica, pues se observa una diminución de casos generalizada en todos los países de la región (excepto Ecuador) que va del -26 por ciento (Colombia) hasta -83 por ciento (Cuba).

Sin embargo, a partir de 2021 las cifras aumentan a un ritmo insólito en comparación con el año anterior, encabezando este crecimiento Haití (863 por ciento), Venezuela (1,297 por ciento) y Nicaragua (1,317 por ciento). En este nuevo escenario, llama la atención que, si bien se mantienen relativamente estables los casos procedentes de Centroamérica, para 2023 el Caribe se consolida como un foco de expulsión (con 22,686 casos para Cuba y 33,454 en Haití), así como los países de Colombia (15,298), Ecuador (39,117) y Venezuela (145,847).

Dicho estudio señala que 7 de cada 10, la opinión que tienen sobre las personas migrantes tiende a ser positiva (que ha mejorado mucho, un poco o que se mantiene igual de bien), mientras que para 3 de cada 10 tiende a ser negativa (que ha empeorado mucho, un poco o que se mantiene igual de mal).

Sin embargo, esta percepción cambia según la intensidad del flujo de personas migrantes por entidad; en estados donde este flujo es muy intenso, como Tabasco y Chiapas, 82 por ciento tiene opiniones más positivas, en contraste con aquellas en donde este flujo es medianamente intenso, como Tamaulipas, Ciudad de México, Estado de México y Tlaxcala, porcentaje que cayó a 70 por ciento.

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