Al surgimiento de internet y la Web 1.0 (1990-2004), que permitía la consulta y búsqueda de información, siguió la llegada de la Web 2.0 (2004 a la actualidad) en la que también era posible subir información, crear comunidades y en la que internet se volvió mucho más interactivo. Sin embargo, provocó que ese mismo contenido y las redes creadas quedaran ancladas a las plataformas en que se realizaban y, en algunos casos, cedió la propiedad a las empresas que las gestionan. La Web 3.0 (o Web3) busca romper ese esquema y se refiere al internet como propiedad de las y los desarrolladores y usuarios finales, dirigido a través del uso de criptoactivos, parafraseando a Chris Dixon.
La descentralización se destaca entre las principales características de la Web3, con la que se busca devolver a cada persona el control de su información y la posibilidad de llevar consigo ese contenido y redes a cualquier plataforma al tener la propiedad de sus conexiones y datos (que podrían incluir información privada y confidencial). El objetivo de estas modificaciones es evitar casos como el sucedido en la década de 2010 con Cambridge Analytica en el que se vendieron los datos de hasta 87 millones de personas con fines propagandísticos.
La Web3 brinda nuevas posibilidades gracias a la descentralización, entre las que destacan:
Mayor privacidad: La posibilidad de bloquear las cookies o eliminar la huella digital, así como tener menos rastreadores. Además, también facilita el ingreso a redes sociales o a distintas cuentas a través de una identidad y clave únicas gestionadas a través de una wallet, como la recientemente lanzada por Bitso, lo que también hará más segura la navegación. Sin embargo, para quienes no quieran bloquear su identidad, podrán monetizarla y percibir dinero por su historial de navegación, sus cookies y hasta por ver publicidad o contenido.
Democratización y accesibilidad: El mundo cripto ha impulsado una nueva inclusión en la que cualquier persona puede acceder a servicios financieros digitales de forma sencilla y a bajo costo, ya que solo se requiere el acceso a internet. La Web3 impulsa estas posibilidades que actualmente ya están siendo utilizadas en diversos países como alternativa a los sistemas económicos locales, apalancados en el uso de monedas estables para proteger el patrimonio de las personas contra la inflación y la devaluación.
Proliferación de las DeFi: Las finanzas descentralizadas (DeFi) han permitido la construcción de un nuevo sistema financiero en el que es posible invertir y generar rendimientos sobre una gran cantidad de criptoactivos, pedir préstamos, envíos de dinero, pagos transfronterizos y realizar todo tipo de transacciones regidas por contratos inteligentes cuyas operaciones no son aprobadas por una institución bancaria, sino que se ejecutan de manera automática cuando las condiciones establecidas se cumplen, lo que permite mayor rapidez y la posibilidad de reducir radicalmente las barreras de entrada para realizar transacciones, ya sean geográficas, de capital, de historial crediticio, etc.
Uso de las dApps: Las aplicaciones descentralizadas (dApps) son parte fundamental del ecosistema de la Web3, y permiten realizar transacciones directamente entre usuarios gracias a los contratos inteligentes. Un ejemplo es Aave, que actualmente cuenta con una capitalización de mercado de $1,305 millones de dólares. Esta aplicación permite pedir criptodivisas en préstamo o invertirlas para prestarlas a otras personas y cobrar rendimientos o hacer pagos de forma automática gracias a los contratos inteligentes. Lido, MakerDAO y Yearn Finance son otros ejemplos de dApps que permiten operaciones financieras que reemplazan de manera más eficiente y barata a servicios que antes solo ofrecían los bancos.
Integración en el metaverso: El camino hacia el metaverso traerá experiencias más inmersivas. Un ejemplo de lo que propone esta nueva era es la posibilidad de que las y los internautas puedan comprar artículos digitales o avatares que no solamente se usarán en una plataforma o juego determinado, sino que se podrán extender a cualquier lugar de este universo digital. A medida que las interacciones sociales evolucionen y se desplacen hacia ecosistemas digitales descentralizados, como videojuegos, galerías de arte, o mundos virtuales interactivos, la necesidad de que las personas sean propietarias de sus activos digitales se incrementará exponencialmente.
Billeteras en la Web3: Esta nueva etapa en el uso de internet también requiere instrumentos como las wallets que permiten almacenar criptodivisas, tokens y NFTs de manera completamente auto-custodiada, pero también funcionan como una especie de identificación digital y almacenan las llaves requeridas. Además, la posibilidad de ganar activos navegando en la red que abre la Web3 requiere de una billetera digital que ayude enviar y recibir fondos, lo que las convierte en una pieza clave de esta nueva era.
La Web3 busca una experiencia en internet mucho más integrada en la que cada persona tenga la posibilidad de ser verdaderamente dueña de sus datos y activos digitales, permitiendo incluso tokenizar su propia identidad. Al complementar este mundo con el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) también facilitará la navegación, pues se adaptará a cada persona de forma más sencilla para ofrecer funciones específicas gracias al aprendizaje automático.
“La descentralización devuelve a las personas el control de la custodia de sus activos, de su información y la posibilidad de relacionarse entre sí y sin entidades intermediarias, lo que está abriendo la posibilidad a nuevas formas de conexión y nuevos productos digitales. Por ello, y en el marco de los 10 años de Bitso, el 13 de mayo habilitamos la Bitso Web3 Wallet al 100% de nuestros usuarios”, comentó José Luis Birlaín, Product Lead de Bitso.