Hay una lección que como especie todavía no aprendida, a pesar de cientos de años de numerosas advertencias. Tuberculosis, sarampión, tos convulsa o tos ferina, tifoidea, lepra y el resfriado común son enfermedades que tienen una cosa en común: todas se contagiaron de los animales a los humanos cuando se comenzaron a domesticar, criar y explotar animales.

Según una encuesta realizada por Million Dollar Vegan, organización internacional que busca promover los beneficios de una alimentación basada en plantas para la salud y los animales, el 64% de las personas encuestadas afirmó haberse vuelto más consciente después de la pandemia.

Al momento de ser consultados por los hábitos alimenticios que fueron influidos por la pandemia, los principales cambios que identificaron los encuestados fueron: austeridad alimentaria, mejores y más caseras preparaciones (con más consciencia de lo que se consume), adopción del vegetarianismo o del veganismo, mayor consumo de frutas y verduras y eliminación de productos lácteos de la dieta, entre otros.

“Si nos alimentamos de una manera vegetal, necesitaríamos el 75% menos de terreno, lo que significa que la naturaleza podría recuperar hábitats y la vida silvestre podría florecer. Podríamos detener el cambio climático y proteger nuestro planeta para las generaciones futuras. Podríamos alimentar de forma saludable a cada persona del planeta y tener la capacidad de alimentar a muchas más. Podríamos proteger los mares, detener la pesca de poblaciones acuáticas. Con una dieta basada en plantas, viviríamos con compasión y evitando el sufrimiento de los más vulnerables”, opina Jessica González Castro, gerenta de Campañas de Million Dollar Vegan en México.

A su vez, en el mismo sondeo, frente a la pregunta de qué fue lo que más se consumió durante los últimos 24 meses, el top 5 estuvo compuesto por:

1- Frutas y verduras

2- Legumbres (garbanzos y lentejas en primeros lugares)

3- Granos y germinados

4- Licuados verdes

5-Tofu

Por ello, se impulsa el adoptar una sana alimentación, una variante es el veganismo, que ofrece múltiples beneficios como es ayudar a frenar el calentamiento global. Tal como informó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en los últimos seis años la temperatura de la Tierra aumentó de forma preocupante y la ganadería industrial (carne y productos lácteos) es responsable del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero; evitar consumir productos de origen animal es clave para impedir que la situación se agrave.

Garantiza alimentos para toda la población. La ONU reveló que el año pasado 690 millones de personas en el mundo padecieron hambre y según los expertos, la cifra se elevará a 840 millones en el 2030. Esta problemática podría revertirse si, tal como alertó el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), se destinaran los cultivos para alimentar a 3.500 millones de personas, en vez de destinarlos a la agricultura animal, que proporciona sólo el 18% de las calorías que consumimos.

Salvar a los animales es nuestra responsabilidad. En América Latina, las poblaciones globales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron una disminución del 94% desde 1970, y a nivel internacional la cifra llega a un 68%. La degradación del hábitat natural y la deforestación son las dos principales causas de esta drástica pérdida, estrechamente ligadas al consumo de animales, según afirma el informe “Planeta Vivo 2020”.

A su vez, cabe resaltar que el veganismo permitiría erradicar de una vez por todas la propagación de enfermedades letales de origen zoonótico. Las pandemias son una consecuencia impactante pero inevitable de la mala higiene, la contaminación cruzada y el bajo nivel de bienestar animal que existe cuando explotamos a los demás animales para producir alimentos. Los virus emergen en los mercados de animales vivos y en la suciedad de las granjas industriales, y se propagan a personas de todo el mundo.

Para mantener vivos a los animales en estas condiciones espantosas, se les administra un potente cóctel de medicamentos, incluidos antibióticos. Así, las enfermedades se vuelven resistentes a las drogas usadas en exceso, surgen superbacterias y no nos queda nada con lo que podamos combatir las infecciones.

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