plastic bottles recycle background concept

La contaminación plástica se ha convertido en una crisis ambiental de proporciones alarmantes, su impacto se extiende desde los ecosistemas marinos hasta la salud humana, afectando la biodiversidad y alterando procesos naturales esenciales para la vida en el planeta y, a pesar de esfuerzos legislativos y campañas de concienciación, la producción y el consumo de plásticos continúa, lo que exige una respuesta urgente y coordinada a nivel global.

Durante la conferencia Más allá de los residuos: repensando los plásticos de un solo uso en la UAM, impartida por la doctora Alethia Vázquez Morillas del Departamento de Energía de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), abordó la necesidad de un enfoque integral y estructural en la educación ambiental dentro de las instituciones académicas.

En el evento realizado en el auditorio Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez de la Rectoría General de la Casa abierta al tiempo señaló que el uso de plásticos ha crecido exponencialmente en las últimas décadas; en México, por ejemplo, registra un consumo de 66 kilogramos de ese material por persona al año, de los cuales la mayoría corresponde a productos desechables.

Aunado a ello, “la falta de una gestión eficiente de residuos agrava el problema, ya que más de 200 municipios carecen de servicio de recolección, dejando 20,000 toneladas de basura sin recoger diariamente. Esta acumulación de desechos plásticos no solo afecta el suelo y el agua, sino que también pone en riesgo la biodiversidad”.

Ejemplificó que un estudio realizado en Isla Lobos, ubicada en el Golfo de México, frente a las costas del municipio de Tamiahua, al norte del estado de Veracruz, reveló que los desechos plásticos arrastrados por corrientes marinas impactan directamente a la fauna, incluyendo especies como el albatros, cuyos polluelos lo ingieren y sufren consecuencias mortales.

Otro efecto preocupante es la generación de microplásticos, partículas minúsculas que pueden ingresar a los ecosistemas y a la cadena alimenticia, con efectos aún inciertos en la salud humana.

De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el mundo generó aproximadamente 400 millones de toneladas de residuos plásticos en 2024, de los cuales una gran parte corresponde a productos de un solo uso; asimismo desde la década de 1950, se estima que la humanidad ha producido 9,200 millones de toneladas de este material, de las cuales 7,000 millones de toneladas se han convertido en desechos.

La doctora Vázquez Morillas explicó que “uno de los efectos más preocupantes de esta clase de contaminación es la generación de microplásticos, partículas diminutas que pueden ingresar a los ecosistemas y a la cadena alimenticia, ya que han sido detectados en la sangre, placenta y tejidos humanos, lo que plantea riesgos sanitarios aún desconocidos”.

Ante este panorama, la educación ambiental emerge como una herramienta clave para generar conciencia y transformar hábitos de consumo dentro de las instituciones académicas y la sociedad en su conjunto. “La universidad juega un papel fundamental en la enseñanza y aplicación de estrategias de reducción de plásticos”, consideró la investigadora.

Las medidas prioritarias incluyen reducir el consumo de plásticos de un solo uso, priorizando alternativas reutilizables, garantizar el cumplimiento de normativas ambientales, verificando la certificación de productos compostables; de igual forma, promover la separación y reciclaje de residuos, evitando la acumulación en el entorno, así como incentivar la reutilización en eventos y actividades académicas, fomentando el uso de utensilios duraderos.

La correcta gestión de los plásticos biodegradables y desechables representa un desafío importante en la transición hacia una cultura más sostenible. “Aunque algunos materiales como el papel tienen propiedades biodegradables, su degradación depende de la presencia de microorganismos en condiciones adecuadas, mientras que aquellos derivados de fuentes naturales no garantizan su biodegradabilidad si su estructura química no facilita su descomposición biológica”, reveló.

Para que el uso de plásticos compostables sea realmente eficaz, deben ser gestionados adecuadamente en plantas de compostaje, donde existen las condiciones necesarias para su degradación. Sin este tratamiento especializado, este tipo de materiales puede permanecer intacto y perder su propósito ambiental; su certificación implica procesos largos y costosos, con pruebas que pueden extenderse por meses.

Vázquez Morillas precisó que, en México, la prohibición de plásticos de un solo uso en la Ciudad de México ha sido un paso clave en la reducción de residuos. Sin embargo, su aplicación enfrenta retos logísticos y culturales, ya que el éxito de la medida depende de la conciencia ciudadana y de sistemas adecuados para la separación de desechos. “Más que sustituir desechables por compostables, la solución más efectiva radica en reducir el consumo y fomentar el uso de productos reutilizables”.

Por último, aseguró que la educación ambiental no debe limitarse a una asignatura específica o a lecciones teóricas sobre las tres R (reducir, reutilizar, reciclar), sino que debe traducirse en acciones concretas dentro del entorno universitario.

Según Vázquez Morillas, disponer de botes de separación de residuos, regular el uso de plásticos en la UAM y garantizar prácticas sostenibles tienen un impacto más significativo en la formación de hábitos que el aprendizaje teórico.

“Uno de los principales desafíos en la universidad es la constante renovación de la comunidad estudiantil, lo que demanda un esfuerzo continuo para sensibilizar y formar nuevas generaciones sobre el tema. Además, el cambio frecuente en las autoridades académicas obliga a reiterar la relevancia de estas iniciativas y convencerlas de la necesidad de mantenerlas”.

“A esto se suman dinámicas particulares en la comunidad académica y el personal administrativo, donde la resistencia al cambio puede dificultar la implementación de estrategias ambientales”, añadió.

Ante este panorama, subrayó la importancia de adoptar un enfoque permanente y multidimensional, combinando herramientas formales e informales para lograr que las prácticas sustentables sean parte integral de la vida universitaria. La UAM continúa reflexionando sobre cómo fortalecer estas acciones y consolidar una cultura ambiental que trascienda generaciones y liderazgos.

 

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