Un nuevo análisis de Oxfam con motivo del Día Internacional del Trabajo (1 de mayo) revela que la remuneración promedio de los directores ejecutivos alcanzó los 4,3 millones de dólares en 2024. Se trata de un aumento del 50 % en términos reales frente a los 2,9 millones de dólares (ajustado por inflación) en 2019. Este incremento supera con creces el aumento de los salarios promedios reales de las personas trabajadoras, que ha sido de 0,9 % durante este mismo período (en los países con datos disponibles sobre la remuneración de los directores ejecutivos).

Estos cálculos se basan en el valor mediano de la remuneración total de altos ejecutivos, incluyendo bonus y opciones sobre acciones, para casi 2000 empresas de 35 países en las que la remuneración de los directores ejecutivos superó el millón de dólares en 2024. Oxfam utiliza la base de datos de S&P Capital IQ, que recopila información financiera publicada por las grandes empresas.

  • Irlanda y Alemania tienen algunos de los directores ejecutivos mejor pagados del mundo con remuneraciones promedio de 6,7 y 4,7 millones de dólares, respectivamente, en 2024.
  • La remuneración promedio de un director ejecutivo en Sudáfrica fue de 1,6 millones de dólares en 2024 y, en India, alcanzó los dos millones de dólares.

«Año tras año, presenciamos el mismo espectáculo grotesco: la remuneración de los directores ejecutivos se dispara, mientras que el salario de las personas trabajadoras apenas varía. Esto no es un fallo del sistema, sino que el sistema funciona exactamente como fue diseñado: para canalizar la riqueza hacia quienes más tienen, mientras millones de personas trabajadoras tienen dificultades para llegar a fin de mes», afirma el director ejecutivo de Oxfam Internacional, Amitabh Behar.

El aumento de la remuneración de los directores ejecutivos se está produciendo en un contexto de creciente preocupación porque los salarios de las personas trabajadoras se quedan atrás respecto al incremento del coste de vida. Si bien la Organización Internacional del Trabajo (OIT) informa que los salarios reales a nivel mundial crecieron un 2,7 % en 2024, el salario de muchas personas trabajadoras se ha estancado. En Francia, Sudáfrica y España, por ejemplo, el crecimiento de los salarios reales fue de solo un 0,6 % el año pasado. Aunque la desigualdad salarial ha disminuido a nivel mundial, sigue siendo muy alta, especialmente en países de renta baja, en los que el porcentaje de ingresos del 10 % más rico es 3,4 veces mayor que el del 40 % más pobre de la población.

La riqueza promedio de los milmillonarios —a menudo accionistas o propietarios de grandes empresas— se incrementó en 206 000 millones de dólares durante 2024. Esto equivale a 23 500 dólares cada hora, una cifra superior al ingreso promedio a nivel mundial en 2023 (21 000 dólares).

Además de las remuneraciones estratosféricas de los directores ejecutivos, las personas de clase trabajadora serán quienes acaben sufriendo con mayor intensidad el coste de la guerra arancelaria impulsada por los Estados Unidos. La amenaza de nuevos aranceles supone riesgos importantes para las personas trabajadoras de todo el mundo, que podrían generar pérdidas de empleos y el incremento de precio de los productos de consumo básicos, agravando las desigualdades extremas que seguimos observando.

«El conflicto arancelario desencadenado por las imprudentes políticas del presidente Trump hará que las cosas vayan de mal en peor para un gran número de personas trabajadoras. Después de un legado de políticas comerciales neoliberales tremendamente perjudiciales, la política arancelaria se ha convertido en la nueva arma económica. Esta política no solo afectará a muchas familias de clase trabajadora de Estados Unidos, sino que perjudicará especialmente a quienes luchan por salir adelante en algunos de los países más pobres del mundo», afirma Behar.

Cada vez son más las empresas que tienen la obligación legal de informar sobre su brecha salarial de género, que mide las diferencias salariales promedio que existen entre las mujeres y los hombres. El análisis de Oxfam a partir de la base de datos S&P Capital IQ ha revelado que en 11 366 grandes empresas de 82 países que compartieron información al respecto, la brecha promedio se redujo del 27 % al 22 % entre 2022 y 2023. A pesar de esta reducción, a niveles prácticos, esta diferencia supone que, en promedio, las trabajadoras de estas empresas siguen “trabajando gratis” los viernes, mientras que sus colegas hombres cobran por toda la semana.

En 2023, las empresas de Japón y Corea del Sur registraron algunas de las brechas salariales de género promedio más altas (alrededor de un 40 %). La brecha promedio en América Latina ascendió al 36 % en 2023, lo cual supone un aumento frente al 34 % registrado en 2022. Las empresas de Canadá, Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido registraron en promedio una brecha salarial del 16 %.

El análisis de Oxfam también ha revelado que, de 45 501 empresas en 168 países que reportaron ingresos de más de 10 millones de dólares y especificaron el género de sus directores ejecutivos, menos del 7 % son lideradas por mujeres.

«La indignante desigualdad salarial entre los directores ejecutivos y las personas trabajadoras confirma que carecemos de democracia donde más se necesita: en el lugar de trabajo. En todo el mundo, las personas trabajadoras se ven privadas de los bienes más básicos, mientras que las empresas obtienen beneficios récord, y eluden sus responsabilidades mediante la elusión fiscal y el lobby «, afirma Luc Triangle, secretario general de la Confederación Sindical Internacional (CSI).

«Las personas trabajadoras exigen un nuevo contrato social que les proteja, en lugar de un sistema en el que una clase de milmillonarios socava el sistema democrático. Exigir un sistema fiscal justo, servicios públicos eficaces, salarios dignos y una transición ecológica justa no debería ser visto como un acto radical, sino como el fundamento mismo de una sociedad justa. Ha llegado la hora de poner fin al combate de algunos milmillonarios contra la democracia, y comenzar a priorizar a las comunidades y el planeta».

Oxfam y la CSI exigen a los Gobiernos que no decaigan en el impulso por una mayor tributación de los superricos tanto a nivel nacional como internacional. Estas medidas incluyen elevar los tipos impositivos marginales hasta el 75 % en el impuesto sobre la renta de las personas físicas a los más ricos, para desincentivar el pago de remuneraciones exorbitantes a los altos ejecutivos. Asimismo, los Gobiernos deben garantizar que los salarios mínimos se ajustan a la inflación, y que todas las personas puedan ejercer su derecho a la sindicación, la huelga y la negociación colectiva.

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