Desde 1975, cada 2 de junio, se celebra el Día Internacional del Trabajo Sexual, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de reconocer y respetar los derechos humanos de las personas que lo ejercen. El día nace para visibilizar sus luchas, dignificarles y exigir condiciones de vida y trabajo justas, libres de violencia, estigma y discriminación. Tejiendo Pueblos, grupo cívico que desde el 2020 ha apoyado a esta población vulnerable, junto con activistas como Sandra Montiel, del Colectivo Esquina Libre, Aline Rincón de Justicia Histórica Trans y tomando como referencia las voces de otras asociaciones, comparte cinco paradigmas para entenderlo y reconocer el papel que incluso, han tenido las trabajadoras sexuales trans para lo que es hoy el movimiento LGBT+.
“La esquina es mi sustento” – “la esquina es fuente de trabajo, un lugar que nos ha dado a muchas trabajadoras sexuales los medios económicos para apoyar a nuestras familias, para que nuestros hijos, hermanos o sobrinos, tengan oportunidades que nosotras no tuvimos. La esquina nos ha dado sustento, alegrías, tristezas y buenas amistades. En la esquina hemos resistido y sobrevivido. Y como lo aprendí de Brigada Callejera, la esquina es de quien la trabaja”. Sandra Montiel, activista, trabajadora sexual del Colectivo Esquina Libre y sobreviviente de violencia ácida.
“El trabajo sexual es trabajo” – al igual que quienes se dedican a ser recicladoras o costureras, las personas trabajadoras sexuales se ganan la vida sin contrato, sin seguridad social, sin derechos que le pudieran corresponder a cualquier persona que trabaja. A diferencia de otros oficios, el trabajo sexual se tiene que seguir ejerciendo en la informalidad, y en muchas ocasiones en la clandestinidad, para poder salir adelante en medio de la precariedad. Gracias a éste se sostienen familias, hogares y proyectos de vida (Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe – RedTraSex)
“El trabajo sexual es historia y merece justicia” – El trabajo sexual no es solo trabajo: es parte de la historia no contada de este país; una historia escrita con sangre, miedo y lucha. Hoy las sobrevivientes seguimos en pie, con la piel marcada, pero la memoria intacta, exigiendo lo que nunca se nos dio: justicia, reparación y respeto. Defendemos la memoria del trabajo sexual. Por las que seguimos y por las que ya no están. Porque sin memoria no hay historia. Y sin justicia, no hay dignidad. (Aline Rincón de Colectivo Justicia Histórica Trans)
“Sin la resistencia de las trabajadoras sexuales no habría movimiento LGBT+” – Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, ambas mujeres trans y trabajadoras sexuales, fueron clave para la liberación del movimiento LGBT+ en Estados Unidos después de los disturbios de Stonewall. En México y otras partes del mundo, también existen ejemplos de aquellas “madres” del movimiento que como trabajadoras sexuales trans impulsaron los derechos humanos de toda la comunidad.