La inflación, los gastos del día a día y las fechas especiales están minando la estabilidad emocional de los hogares mexicanos. De acuerdo con el más reciente Barómetro Global de Tala, una radiografía sobre la salud financiera de sus usuarios en mercados clave, el 85 por ciento de los mexicanos siente estrés por su situación financiera, una cifra apenas por debajo del 90 por ciento a nivel global.

El dato no es menor. Esta tensión económica diaria, normalizada pero persistente, afecta decisiones de compra, relaciones personales y rendimiento laboral. Además, el estudio revela que todos los usuarios encuestados en México han atravesado al menos dos desafíos financieros en los últimos seis meses, una señal clara de la fragilidad presupuestaria generalizada.

En un entorno donde los precios de los alimentos no dejan de subir y los recibos de servicios básicos se inflan sin aviso, el 77 por ciento de los mexicanos afirma que su gasto en comida ha aumentado. Además, el 47 por ciento ha notado un incremento de entre 10 y 20 por ciento en servicios como luz, gas o internet.

Y aunque los esfuerzos por adaptarse son constantes, son pocos los que logran tener margen de maniobra: México reporta el porcentaje más alto de usuarios (42 por ciento) que consiguen tener algo de dinero extra al final del mes, aunque esta cifra sigue siendo baja en comparación con la presión financiera general.

Contrario a lo que se pensaría, las temporadas de mayor derrama económica no alivian, sino que agudizan el problema. El 24 por ciento de los usuarios mexicanos admite que fechas como el regreso a clases, las vacaciones o las celebraciones generan picos de estrés financiero, al tener que enfrentar gastos no planeados que comprometen otras prioridades.

Frente al aumento sostenido del costo de vida, los mexicanos han adoptado diversas estrategias para sobrevivir económicamente: un 40 por ciento ha buscado ingresos adicionales; un 48 por ciento ha recortado gastos cotidianos; un 29 por ciento ha recurrido a préstamos digitales, una opción en crecimiento por su rapidez y accesibilidad.

Este comportamiento refleja no sólo resiliencia, sino también la urgencia de contar con soluciones ágiles para enfrentar contingencias económicas.

El estrés financiero no es un tema aislado: es un termómetro de la relación entre el estado emocional y la situación económica de millones de personas. Los datos del Barómetro retratan una realidad compleja pero urgente, que requiere atención desde múltiples frentes: educación financiera, soluciones tecnológicas a la medida y conciencia colectiva sobre el impacto real de vivir al límite mes con mes.

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